Relacionamiento con los niños

En la entrada, es importante pensar sobre cómo saludamos a los niños y las niñas. Agacharnos a su nivel, escucharlos atentamente y darles la misma importancia a las conversaciones con ellos que a las que tenemos con los adultos, les transmite valioso y que los respetamos. Esta simple acción fortalece su sentido de pertenencia y les brinda una sensación de seguridad y reconocimiento en su entorno. 

En el comedor, por ejemplo, al brindarles autonomía para que coman solos, estamos fomentando esa mirada de niño capaz e independiente. Esto sucede cuando les invitas a explorar los alimentos de forma libre. Para hacerlo, pueden usar una camiseta vieja que les permita experimentar sin restricciones. A medida que van creciendo, los invitamos a usar cubiertos y desarrollar habilidades motoras que les permitan alimentarse de manera más autónoma. 

Durante las diferentes experiencias en el aula, al invitarlos a escoger el rincón en el que desean estar estamos promoviendo su autonomía y capacidad de elección, promoviendo su sentido de responsabilidad y empoderamiento en su propio aprendizaje. 

En todos los momentos, es crucial escuchar a los niños y las niñas con todos nuestros sentidos. Cuando prestamos atención a cada palabra, gesto y expresión con los que se comunica, demostramos nuestro interés genuino por lo que nos quieren transmitir. Estar presentes de manera activa y receptiva en sus interacciones nos permite comprender sus necesidades, intereses y emociones, fortaleciendo así nuestra conexión con ellos y brindándonos un sinfín de información que nos permitirá mejorar la calidad de las experiencias educativas que compartiremos. 

Cuando disponemos los objetos y materiales al alcance de los niños y las niñas para que puedan explorar y descubrir su entorno de manera autónoma, promovemos que interactúen de forma activa con su entorno, con los elementos que los rodean, fomentando así su curiosidad, creatividad y capacidad de descubrimiento.