Dispón en casa dos recipientes, uno con harina seca y otro con harina mojada. Permítele al niño explorar y jugar con la harina apoyándolo con preguntas como ¿qué se siente?, ¿qué podemos hacer con ella?, ¿cuál te gusta más?, observando y experimentando con él las diferentes sensaciones producidas por la harina. Esta experiencia es muy enriquecedora ya que, por un lado, estarás ayudando a fortalecer la motricidad fina de tu hijo gracias al contacto con estas texturas, y por el otro, estarán compartiendo un momento de felicidad gracias a estos momentos de exploración.
El entorno natural, un espacio de aprendizaje La Constitución Política de Colombia, en su artículo 88 establece el derecho a un medio ambiente sano para…