La escucha activa

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La escucha activa

Para practicar la escucha activa de los niños y las niñas, debemos utilizar todos nuestros sentidos para escuchar atentamente su voz y permitirles escuchar la nuestra. En este intercambio de diálogos, los adultos también encuentran respuestas significativas. Los niños y las niñas demuestran ser especialmente hábiles en escuchar, ya que, a diferencia de los adultos, pueden estar atentos a más situaciones naturales de su entorno, como percibir y distinguir sonidos como el canto de un pájaro o las diferencias entre los sonidos que producen diferentes carros. Su habilidad en escuchar de forma activa nos inspira a aprender a escuchar junto a ellos, para asombrarnos y construir aprendizajes.

 

Para potenciar esta habilidad es importante cultivar un ambiente de diálogo abierto y respetuoso, que los niños y las niñas se sientan seguros y valorados. De esta forma los animamos a expresar sus pensamientos, ideas y emociones, y les mostramos que sus voces son escuchadas y tomadas en cuenta. También así les demostramos un interés genuino por lo que tienen que decir y formulamos preguntas que les invitan a profundizar en sus cuestionamientos. Fomentamos su participación activa en las experiencias y creamos oportunidades para que compartan sus propuestas o dudas y perspectivas con sus compañeros y los adultos presentes. Al practicar la escucha activa, contribuimos a construir un ambiente de aprendizaje colaborativo y enriquecedor, pues estamos atentos a sus propuestas, hipótesis y validación de las mismas.

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