Habilidades blandas

Cuando hablamos de habilidades blandas, nos referimos al conjunto de competencias personales y sociales que permiten interactuar, comunicarse y relacionarse de manera efectiva con los demás. Es por eso que, como cuidador, al ver a los niños y las niñas como seres con potencial y capacidad, podemos acompañarlos para potenciar estas habilidades a través de experiencias en su entorno. En el jardín, centro o casa de cuidado, los niños y las niñas estarán constantemente interactuando con otros niños, niñas y adultos con diferentes tradiciones, costumbres y formas de pensar. Al invitarlos a hacer acuerdos y resolver problemas desde su propia voz, promovemos la participación y de negociación.

Por ejemplo, si un niño le quita un juguete a otro, en lugar de intervenir directamente como adulto, nos ponemos a su nivel y les mostramos cómo pueden resolver el conflicto de manera constructiva. Podemos sugerirles que intenten hablar con su amigo y pedirle que les preste el juguete o que lo usen por turnos. Esto alienta a los niños a hacer propuestas de negociación y, finalmente, llegan a un acuerdo mutuo. Lo maravilloso de esta práctica es que los niños replicarán estas habilidades de resolución de conflictos en otras situaciones y con otros amigos, lo que mejora su socialización y les ayuda a desarrollar relaciones saludables con los demás. Así, se fortalecen sus habilidades blandas, permitiéndoles crecer como individuos seguros y competentes en sus interacciones sociales.