Los mordiscos. Disciplina positiva en la experiencia educativa

¿Qué estrategias basadas en Disciplina Positiva puede usar para afrontar de manera efectiva este caso?

Los mordiscos

¿Por qué se dan?

Los niños pueden morder si no son capaces de manejar una situación o si se sienten paralizados por el miedo, el enojo o la frustración, también pueden morder porque alguien los mordió primero. En la Primera Infancia los mordiscos se suelen producir durante un altercado, cuando los niños se sienten agobiados o cuando temen que les vayan a hacer daño. Un cambio importante -como un nuevo bebé en la familia o cambiar de casa- también puede causar problemas emocionales que desemboquen en comportamientos agresivos. Algunas veces, los niños muerden solamente para ver qué efecto tendrá esta acción, porque están alterados o excesivamente estimulados, o como expresión equivocada de amor.
Por ejemplo: Lucas es un niño de 2 años y 6 meses que vive con sus padres y es hijo único. Durante su experiencia en el Centro aeioTU, en diferentes momentos del día, Lucas ha expresado sus emociones por medio de mordiscos, que surgen de repente en su interacción con sus pares y que, aparentemente, no tienen una justificación para que se presenten. Sin embargo, puede señalarse que Lucas, ocasionalmente, ha mordido porque desea un objeto que tiene alguno de sus compañeros, pero en la cotidianidad, evidentemente, esta no parece ser la única razón. Dentro del diálogo con la familia para apoyar el proceso desde casa, los padres de Lucas señalan que ellos expresan su cariño por medio de manifestaciones semejantes a los mordiscos, es decir, presionan con sus labios la mano, el brazo, cara o dedos del otro para manifestarle cariño. Así mismo, la madre señala haber tenido antecedentes de mordiscos en su etapa infantil e incluso mencionan que Lucas los mordió en varias ocasiones y dejó de hacerlo hasta que el papá le devolvió el mordisco.

¿Cómo abordarlos?

Algunas de las cosas que se pueden hacer cuando un niño muerde:
  1. Asegúrese de que ambos niños, el que mordió y el que recibió el mordisco, estén bien.
  2. Mantenga la calma, no recrimine ni castigue. Castigar al niño puede hacer que se rebele y empeore la situación. Explíquele las consecuencias de su acción, por ejemplo, “Rosalía llora porque le duele lo que le has hecho”, luego puede mostrarle el colorado o moretón que ha ocasionado en su compañera.
  3. Ayude a la “víctima”. El niño que ha sido mordido necesita su ayuda. Primero tendrá que evaluar los daños y darle los primeros auxilios, de ser necesario.
  4. Comente lo que ha pasado. Después de evaluar la situación defina si es necesario realizar una asamblea extraordinaria para reflexionar y revisitar los acuerdos establecidos. Si es pertinente, suscriba un nuevo acuerdo que ayude a los niños y hable con ellos sobre estrategias que se puedan utilizar cuando se sientan enojados, tristes o cuando alguien les quiera quitar un juguete o algo similar.
  5. Proporcionar una variedad de opciones y decisiones sensoriales/motoras así como crear lugares cálidos y cómodos para que el niño pueda estar si continúa enojado.
  6. Utilice diversos recursos, como lecturas de cuentos y fábulas, imágenes, videos, canciones, rimas, etc., que hablen sobre el buen trato y el respeto hacia los demás.
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