
La responsabilidad de la educación, del presente y futuro de los niños recae en toda la sociedad
“Trabajar con los niños, quiere decir tener que hacer las cuentas con pocas certezas y muchas incertidumbres. Lo que nos salva es el buscar y no perder el lenguaje de la maravilla que perdura, en cambio, en los ojos y en la mente de los niños”.
Loris Malaguzzi.
La responsabilidad de la educación de los niños como miembros pertenecientes a una sociedad recae en todos. Cada persona cumple un papel crucial al asumir un rol activo de co – participación, lo que posibilita que la tarea de educar no sea delegada única y exclusivamente a los Centros de infancia, sino que sea una construcción colectiva. Esto evidencia la premisa de que todos son educadores: las cocineras, los vecinos, las aseadoras, etc.

En principio, son las familias quienes hacen parte del núcleo de los primeros años de vida de los niños, como portadoras de saberes y prácticas culturales. Es en ellas donde recaen la formación y el cuidado de esta primera etapa de la vida.
Los educadores, por su parte, considerando educadores a todas las personas que se relacionan con los niños, son corresponsables de su educación, al participar como seres activos en su formación.
Los maestros deben ser educadores que, como anota Loris Malaguzzi, se caractericen por tener “ojos sensibles, orejas grandes y boca pequeña”. Estar a la altura de los niños, facilitar los aprendizajes y ser mediadores socioculturales, curiosos, inquietos, con miles de preguntas; que gusten de investigar y que reflexionen sobre su rol profesional en el día a día. Además, es importante que ayuden a potenciar y construir el pensamiento de los niños, brindándoles las herramientas necesarias para lograrlo.
Los maestros deben sentir pasión por el papel que desempeñan y ser conscientes de su responsabilidad en el trabajo con los niños, las familias, sus pares y la comunidad; ser maestros creativos poseedores de un pensamiento crítico, que vean mil posibilidades para solucionar un problema o para complejizar el pensamiento; que observen y analicen desde diferentes ópticas; que se valgan de los sentidos para generar experiencias significativas; que escuchen y observen cuidadosamente su trabajo y el desarrollo de los niños, con compromiso, orden y puntualidad, brindando total transparencia a su actuar y un profundo respeto por las potencialidades de los niños.

Aquí se hace necesario que los adultos se planteen las siguientes preguntas y reflexionen constantemente sobre ellas: ¿Qué imagen del niño se tiene? ¿Cómo respetan al niño? ¿Realmente lo respetan? ¿Realmente escuchan al niño? ¿Cómo se está actuando frente a una situación conflictiva?
Esto nos llevará a comprender por qué en algunas ocasiones se asumen posturas irrespetuosas frente a las acciones y actitudes de los niños. ¿Cuáles son las estrategias que se pueden generar?, ¿cuáles son las características de cada niño?, ¿qué acciones se están evidenciando y por qué se están presentando en la relación diaria?
Es importante que los adultos tengan una buena actitud, generando un clima de confianza, seguridad, respeto y un acompañamiento constante con límites claros, una escucha visible que dé paso a la apertura de la mente y los sentidos. Cuando los adultos escuchan son capaces de desconfiar de sus preconcepciones para adentrarse en un mundo desconocido que les permite maravillarse. ¿Pero qué se escucha? las palabras de los niños y las niñas, sus dibujos y sus trazos —fuertes o suaves—que nos hablan de ellos y de su carácter; los movimientos con los cuales comunican vida; sus gestos, sus juegos, sus invitaciones a participar o sus deseos de estar ausentes. Al no escuchar, el adulto se está perdiendo la oportunidad de maravillarse, de asombrarse, de reflexionar y de sentir alegría de estar, crecer y aprender con los niños. En consecuencia, es necesario tomar conciencia de que cada etapa del crecimiento de los niños requiere de acompañamiento asertivo.
Por esto, se necesita de adultos sensibles, asertivos, que escuchen y sientan el momento y la palabra perfecta para generar aprendizajes. Que sean capaces de interactuar sin imposición, ni transmisión. Se necesitan adultos que se relacionen con los niños, desde la concepción de que están acompañando los años más decisivos en la vida del ser humano.
Y tú, ¿qué piensas frente a la co-responsabiliodad de la sociedad en la educación de los niños?
Si bien la responsabilidad del cuidado de los niños es de toda una sociedad, no lo vemos reflejado, ya que en la actualidad están sucediendo muchos casos en contra de los menores, y es ahí donde uno como docente dice, dónde está el resto de cuidadores y más que todo los cuidadores directos responsables de salvaguardar estos pequeños de tanta maldad e injusticias que se viven a diario. No importa el puesto en el que estemos como cuidadores, siempre se debe ser empático y como sociedad estar más atentos a la población más vulnerable.
Pienso que toda la sociedad no está tan comprometida con el cuidado de los porque se piensa que el cuidado recae exclusivamente en la familia como la madre y el padre
En mi opinión deberíamos como cuidadores hacer una campaña para concientizar a la comunidad en general de que el cuidado de la infancia es responsabilidad de todos en general.
Lo digo porque si un niño se pierde o alguien lo secuestra siempre se escuchan comentarios tales como “y donde estaba la mamá” “seguro que el papá estaba bebiendo y por eso su hijo se perdió” y así muchos comentarios desagradables que hacen pensar que un niño, niña o adolescente se pierde o se va de casa por la negligencia de los padres (primeros cuidadores). La sociedad necesita educarse en cuanto a este y muchos temas más de suma importancia con respecto al cuidado de todos.
Creo que en esa corresponsabilidad está la clave para que los niños se desarrollen de manera integral, por eso es importante la comunicación asertiva entre familia-escuela y comunidad. A veces es complejo lograr conectar con las familias por sus historias de vida, pero vale la pena intentarlo por los mismos niños, incluso ellos son los facilitadores de ese acercamiento para vincularlos y para lograr entre todos que los niños vivan experiencias que contribuyan a su formación y desarrollo integral.
La educación y el desarrollo de los niños son responsabilidades compartidas que trascienden el ámbito familiar, involucrando a toda la sociedad. Instituciones educativas, gobiernos, comunidades y familias desempeñan roles interdependientes en la formación integral de los menores, estableciendo las bases para su bienestar presente y futuro. Este enfoque colaborativo fomenta el desarrollo de competencias sociales, cognitivas y éticas, necesarias para que los niños se conviertan en ciudadanos activos y responsables. Solo a través de un compromiso social colectivo es posible garantizar un entorno propicio para su crecimiento y potencial pleno.
Los adultos debemos brindar a los niños y niñas un cuidado y protección constante con límites claros. Debemos tener una actitud positiva y asertiva que genere confianza y seguridad en los niños y niñas
Los adultos debemos educar en valores, como el amor, la honestidad, la responsabilidad, los niños aprenden imitando a los adultos que tiene cerca, por lo tanto, deberíamos ser cuidadosos en lo que hablamos o hacemos en frente de ellos, ya que lo que se aprende en los primeros años de vida sea bueno o no tan bueno se reflejará en la vida de adulto, por tal razón el acompañamiento que se hace con amor, escuchándolos, proporcionándoles unos entornos armoniosos, saludables; promoviendo el buen trato, la empatía, la solidaridad entre otros, buscando el bienestar fisico y mental, siendo incluyentes y así ayudar a ser niños mas sanos y felices
Debemos ser consiente de la responsabilidad que tenemos con los niños y niñas de nuestra sociedad de un acompañamiento con amor una escucha con mucha observación para conocer sus intereses.
los adultos somos responsables del cuidado de nuestros niños, es por esto que debemos actuar de manera adecuado frente a ellos, ya que somos unos modelos a seguir, ellos son felices imitando las acciones de los adultos.
como padres y docentes tenemos la responsabilidad y la tareas mas privilegiada para mostrarle a los niños las cosas maravillosas que pueden experimentar a partir de las texturas, sensaciones y emociones, logrando en ello una mayor independencia para que logren lo que deseen.
La responsabilidad que tenemos los adultos de realizar ese acompañamiento empático y enriquecedor es inmensa, iniciando con las neuronas espejo y la permeabilidad que tienen los niños y niñas a todo lo que ven en nosotros, somos el ejemplo de sus acciones y su formación, velar por los primeros años de vida de un ser significa regar esa planta que más adelante nos dará frutos y que lo esperado es que esos frutos sean de la mejor calidad, para ello la siembra y el riego no se pueden quedar atrás.