¿Alguna vez te has preguntado cómo puedes cambiar tus prácticas pedagógicas?


¿Alguna vez te has preguntado cómo puedes cambiar tus prácticas pedagógicas?
Cuando el maestro se convierte en un observador constante y en un facilitador de procesos metacognitivos en los niños, se producen transformaciones significativas. El maestro aprende conjuntamente con los niños, se involucra activamente en su proceso de aprendizaje y promueve oportunidades de exploración y juego libre. Además, valora y aprovecha los aportes e ideas de todos los involucrados, reconociéndolos como valiosas fuentes de aprendizaje. Esta nueva perspectiva impulsa a un aprendizaje vivencial, natural y alegre, que potencia el desarrollo integral de los niños y promueve un ambiente de aprendizaje enriquecedor y significativo.
Un maestro que observa con detalle lo que sucede en el grupo de niños que acompaña puede identificar sus intereses en las conversaciones cotidianas. Por ejemplo, cuando están en el parque y nota que un niño se detiene a observar un gusano que trepa por el tallo de una flor. En ese momento, el maestro puede hacer preguntas al niño como: “¿Hacia dónde crees que va el gusano?” Quizás el maestro decida tomar una foto del gusano y luego proyectarla en el aula para compartirla con todo el grupo de niños, invitándolos a hablar sobre este descubrimiento que hizo su compañero. Así, el maestro escuchará las voces de los niños, identificando los conocimientos previos y reconociendo los intereses que surgen a partir de esa experiencia.
Posiblemente a los niños les interese comprender cómo el gusano logra escalar el tallo de la flor, y en torno a este interés, el maestro fomentará su creatividad, análisis y búsqueda de soluciones. Es posible que proponga nuevas opciones, como explorar cómo otros animales escalan, mediante la disposición de materiales naturales y lupas, animando a los niños a investigar y poner a prueba sus hipótesis.
