Las funciones en el cerebro en la primera infancia

Como ya lo hemos hablado y como seguramente ya sabes, durante los primeros años de vida del ser humano, en el cerebro, se establecen diferentes redes y circuitos neuronales que permiten el desarrollo de diversas habilidades en los niños. La plasticidad del cerebro en estas edades y la velocidad de estas conexiones no se vuelven a repetir más en la vida de las personas por lo que esos primeros 6 años de vida se constituyen en los más importantes del ser humano.  

Sin embargo, al nacer, el cerebro no se ha formado en su totalidad, sino que se termina de construir mientras los niños crecen. Este crecimiento empieza a demostrar diferentes resultados debido al contexto, al medio y a los estímulos que el niño reciba. Entonces, se empiezan a crear nuevos circuitos que permiten potenciar habilidades importantes para la vida. Entre ellas, están:  

Ver y escuchar: estas 2 habilidades permiten a los niños reconocer su entorno. Identificar los sonidos de su contexto que claramente son diferentes según donde estén los niños. Esa percepción es diferente por ejemplo en un niño de campo y uno de la ciudad. A partir de estos 2 ejercicios se empieza a construir identidad y sentido de pertenencia. Entre más permitamos que los niños vean y escuchen diferentes paisajes y diversas experiencias, mayores serán las conexiones cerebrales.  

Mover su cuerpo: esta es otra habilidad que se va construyendo a medida que los niños crecen y que, aunque empieza de manera involuntaria y por reflejo, luego el niño logra controlar los movimientos de su cuerpo y ser consciente del lugar que ocupa en el mundo. Además,  logra identificar su cuerpo como un instrumento de comunicación y expresión. En esos primeros años de vida es fundamental acompañarlos a descubrir las posibilidades de su cuerpo a partir de ejercicios motores, de gestos e n el espejo, de reconocimiento de las partes del cuerpo.  

Tomar objetos y soltarlos: esta habilidad permite en los niños, no solo afianzar su motricidad, sino reconocer acciones de causa y efecto y al lado de este, acciones de prueba y error. Para ello, es importante acompañarlos con diversidad de materiales que les permitan realizar estas acciones: Lanzar pelotas, insertar objetos dentro de recipientes pequeños y jugar con ellos a recoger lo que tiran, como seguro te ha pasado con los bebes.  

Reconocer a sus cuidadores principales: en este caso, esta habilidad, que empieza a desarrollarse desde el vientre de la mamá, cuando reconocen el tono de voz de la madre, del padre o de los hermanos, se afianza con mayor fuerza y se conecta con esas conexiones cerebrales, cuando el niño está rodeado de personas que lo aman, lo acompañan, juegan con él y le permiten construir conocimiento.  

Jugar y relacionarse con otros: y muy de la mano del punto anterior, se hace fundamental acompañar a los niños a jugar, a descubrir el mundo de manera natural y alegre. El juego como actividad rectora de la primera infancia, como estrategia de aprendizaje y como una de las mejores formas como los niños a prenden y se divierten. Y en medio de estos juegos, se generan relaciones con el otro, con el par, con la naturaleza, con los animales y con el entornen general.